LIBRES E IGUALES
LIBRES E IGUALES
Las democracias asentadas se han cimentado en torno a la libertad y al principio de igualdad. El término “Estado” designa la unidad política en la que están reunidos los hombres, y esa reunión, en una democracia, solo es posible desde la sana convivencia. Por eso no es posible un Estado Catalán, no porque lo niegue la Constitución, -que también, y se debe reivindicar la legalidad y la autoridad que de ella surge – sino porque no sería un proyecto de convivencia sana, pacífica y común para los propios catalanes. Sin libertad no hay igualdad y sin igualdad no puede haber libertad. En España, la Constitución de 1812 aprobada en Las Cortes de Cádiz ya recogía el principio básico de que la soberanía reside en la Nación, compuesta por ciudadanos libres e iguales.
La peligrosa dinámica del secesionismo social y político catalán se va a recrudecer, ¡y de qué manera!- a partir de septiembre. A partir de ahí veremos si el monolítico bloque nacionalista está dispuesto a lanzar el órdago definitivo que inevitablemente va a empeorar la convivencia en Cataluña. Saben que su única posibilidad pasa por romper la convivencia, que es imposible hacer tortilla sin romper huevos, porque contrariamente a la impresión que a veces podemos llevarnos, el independentismo catalán no es aún mayoritario. Lo es el nacionalismo en Cataluña, pero sigue habiendo muchos ciudadanos que votan a partidos nacionalistas que no votarían a favor de la independencia total, tal y como recogen incluso las encuestas encargadas por la Generalitat. En ese contexto social y político, con los nacionalistas dominando todas las instituciones políticas –y casi todas las civiles- pero sin la certeza de que el 50,01% de los catalanes quiera una República Catalana (no cabe la monarquía porque los Pujol están en sus cosas andorranas, que si no…) su única posibilidad pasa por seguir girando la tuerca, sometiendo así a una mayor presión al conjunto de la sociedad catalana. Solo escenificando que no deciden sobre su futuro porque no les deja el “Madrit” opresor pueden conseguir simultáneamente eludir el riesgo de perder el desafío en unas urnas mientras se sigue alimentando y engordando su lista de “agravios”.
El manifiesto de los intelectuales titulado como este artículo y de fácil y recomendable consulta es más que una escenificación. Está repleto de verdades objetivas, algunas tan evidentes que son perogrulladas. Algo se está haciendo mal desde las instituciones de la nación cuando los intelectuales tienen que salir a decir verdades de Perogrullo. Que el nacionalismo antepone la identidad a la ciudadanía, los derechos míticos de un territorio a los derechos fundamentales de las personas, el egoísmo a la solidaridad, ya lo sabíamos, pero se agradece oírlo y más viniendo de Nicolás Redondo, Vargas Llosa y otros. Algo que ya sabe Rajoy pero no lo dice porque está instalado en el tactismo y algo que ya dijo Pedro Sánchez el domingo (“somos socialistas, no nacionalistas, y socialismo es igualdad”) pero luego va el PSC el miércoles -con el consentimiento de Sánchez- y vota a favor de una Ley catalana de consultas junto con ERC, una ley tan secesionista como inconstitucional. De ahí se deduce que Sánchez va a ser más valiente contra el PP que contra los separatistas y el PSC va a seguir de palanganero hasta su próxima y total descomposición.
Así las cosas es la sociedad civil, Ud. y yo, todos, los que debemos reivindicar la unidad de España desde la libertad y la igualdad dignificadas en la Constitución, que no es un instrumento obsoleto e ineficaz, sino aquel que nos ha dado el periodo de mayor estabilidad democrática en España. Y somos todos los españoles, sin excepción, los que tenemos derecho a reivindicar la unidad desde la igualdad. Un derecho que se convierte en una obligación cívica necesaria para que los principales líderes políticos tengan claro que no es posible negociar componendas ni privilegios con una parte del todo porque esas componendas, que nos afectan social, política y económicamente tienen un coste enorme para el conjunto del país en términos de libertad e igualdad. Las decisiones políticas hace tiempo que abandonaron toda estrategia más allá del mero tactismo electoral. Por eso nuestros políticos deben saber que la sociedad civil les exige decisión y convicción contra el independentismo. Que los ciudadanos sabremos enjuiciar la diferencia entre la altura de miras en la defensa de una nación de ciudadanos libres e iguales y la mera componenda para ir tirando. Valoraremos el rigor en contraposición con cualquier faena de alivio que nos mantenga en la indefinición. Es lo que va de Mario Vargas Llosa y Albert Boadella a Artur Mas y Junqueras, por ir escenificando.
Víctor M. Serrano Entío. Abogado.
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