ESCRACHAR CABEZAS
¿POR QUÉ LO LLAMAN ESCRACHE CUANDO QUIEREN DECIR VIOLENCIA?
A la coacción, intimidación, acoso, persecución, asedio, chantaje y violencia le hemos colgado un cartel argentino con nombre de tango para que oculte la intención, y así ahora se llama “escrache” a la violencia ejercida contra alguien y su entorno familiar o laboral para intimidarle y acosarle públicamente con el afán de amedrentarle, ponerle en evidencia en su edificio y destruir sus convicciones desde el miedo. Corrientes tres cuatro ocho, segundo piso, ascensor. No hay porteros, ni vecinos… tal vez González Pons. Acción directa, le llaman también algunos a esta vieja e indirecta forma de matonismo gangsteril.
Los actos individuales contra las personas constituyen la esencia del fenómeno del terror. No se puede justificar estas acciones aislándolas de la violencia y enmarcándolos en el ámbito del derecho a la protesta. El siglo XX, el más cruel y despiadado de la Historia de la Humanidad en número de muertos y atrocidades, comenzó sus movimientos de exterminio de masas despojando al individuo de sus derechos y libertades: noches de cristales rotos y denuncias individuales y públicas. Del sometimiento al individuo al sometimiento de toda una raza o una nación. La defensa interesada y partidista de estas acciones sin apelar a ningún criterio de ética política y pública ataca a la democracia y a la ciudadanía que supuestamente dice defender. Esos actos individuales, dirigidos siempre contra adversarios políticos convertidos en enemigos y despojados de derechos civiles y personales, despojan a los políticos de derechos y pasan a ser un mero objetivo. Justificar acciones contra los domicilios particulares de políticos que sobretodo y ante todo son ciudadanos, es como quien dijera la noche de los Cristeles Rotos en la Alemania de 1938 que aquello era sólo un problema de escaparatismo. No entro ni quiero entrar a valorar si las reivindicaciones de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca son o no justas porque para mí dejan de serlo hasta que no condenen abiertamente y sin tapujos estos métodos. No acierta el PSOE en mi opinión cuando vincula las críticas de políticos del PP a estas acciones violentas con una «falta de respeto sobre una presión social que está siendo efectiva», porque la presión social debe ser algo distinto a coaccionar a políticos y a sus familias en sus hogares. La violencia es violencia, y punto. Si la táctica de la izquierda parlamentaria es callar frente a la algarabía en los domicilios de sus adversarios políticos se equivoca también en términos de estrategia, porque hay una inmensa mayoría social que detesta la violencia. ¿Qué ocurriría si alguno de los al menos ocho diputados del PP que han sufrido coacciones y amenazas frente a sus domicilios cambiara el sentido de su voto y terminase apoyando una reforma de la Ley en los términos que plantea la Plataforma?. ¿Le parecería de recibo al PSOE o a IU que diputados de sus partidos en el Parlamento de Andalucía sufrieran este acoso tras el enorme escándalo del robo de los ERE a los parados?.
La democracia tiene cauces claros, practicables, sencillos y legitimadores de la voluntad popular para el ejercicio de la sana protesta. La democracia permite todo tipo de expresión de rebeldía y protesta, tan sana como necesaria, frente al poder. Pero su límite está precisamente en ejercitar esas protestas desde el respeto a los derechos individuales. Vivimos tiempos en que protestar debe ser tan natural como respirar, siempre y cuando sea igual de sano.
Víctor M. Serrano Entío. Abogado.
Este próximo domingo 7 de abril, contesto a HERALDO sobre las preguntas que me hace David Navarro en el suplemento HOY DOMINGO con respecto a este palabro del escrache.